domingo, 12 de abril de 2015

PREMIOS BÚHO 2014

    -Libro "LAS ANTIGUAS PUERTAS DE ZARAGOZA"
                 Raquel CUARTERO y Chusé BOLEA.
                               -Joaquín LOZANO
                       -Librería SERRET (Valderrobres)
                                  -Revista CRÍSIS
                         -SERGIO DEL MOLINO



GLOSAS



Libro "ANTIGUAS PUERTAS DE ZARAGOZA"

de Raquel Cuartero Arina y Chusé Bolea Robres
por José Mª HERNÁNDEZ DE LA TORRE



    De siempre es sabido que no se le pueden poner puertas al campo; y ahora, tampoco a las ciudades: las estructuras urbanas son abiertas, y cada vez más expansiva su planificación, así que nos resulta difícil percibir cómo durante muchos siglos los habitantes de la ciudad vivieron en un recinto cercado y cerrado, del que para salir y entrar tenían que franquear puertas y poternas, por lo general custodiadas..., esperando el momento en que las abrieran. La planificación urbanística moderna, en aras del progreso y por la presión del crecimiento demográfico, propició el derribo de muros y murallas –muchas decadentes y ya en ruina-, en tantos lugares que allí donde se han conservado, total o fragmentariamente, son, vistas ahora, joyas valiosas del patrimonio monumental de la localidad.

    Lo cierto es que por milenios las ciudades estuvieron amuralladas. Ello tenía, en principio, una función defensiva frente a los ataques guerreros de invasores y de sediciosos, y otra de protección sanitaria en las epidemias, mediante el control de la llegada de forasteros; pero, de modo más regular y cotidiano, la utilidad principal era recaudatoria, ya que en sus accesos se percibían los portazgos, consumos y arbitrios exigidos para la entrada de mercancías en la urbe. De tal manera que las murallas, con sus puertas y postigos, son testigos del paso del tiempo y de los acontecimientos históricos sucedidos en la ciudad, pero, sobre todo, de la intrahistoria y de los modos de vida de sus pobladores. También en Zaragoza, como viene a ponerlo de manifiesto, con erudición y brillantez, la obra del año 2013 –y con segunda edición ya- que ha merecido el Búho de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro: Antiguas puertas de Zaragoza.

   Bellamente editada por la Institución Fernando el Católico, de la Diputación Provincial, al cumplirse dos mil años de la fundación de Cesaraugusta, es el producto de la armoniosa colaboración de dos autores: Raquel Cuartero Arina -profesora de Enseñanza Secundaria, doctorada en Historia con la tesis “Mujeres transgresoras. El delito sexual en la Zaragoza de los siglos XVI y XVII”- y Chusé Bolea Robres -diseñador gráfico y técnico en impresión digital, pero además investigador histórico que tiene publicado su trabajo “Almugávares, vía sus!”, y es el responsable de la coordinación técnica y artística del libro-, quienes han logrado un conjunto impreso de gran riqueza visual y riguroso tratamiento documental.

     Porque el libro combina perfectamente la faceta textual, cuya redacción,  precisa y clara, se apoya en un importante aparato bibliográfico y archivístico, con una abundante ilustración gráfica reproducida, en la que se encuentran mapas y planos de la ciudad correspondientes a las diversas etapas de su desarrollo urbano, dibujos de planta y alzado de proyectos arquitectónicos, cuadros y grabados de numerosos pintores, piezas escultóricas y miniaturas de manuscritos iluminados, fotografías recientes y sobre todo antiguas -de los archivos de Coyne, Galiay, Mora y Jarke, sobre todo-, y, con gran relevancia para el trabajo, las principales vistas pictóricas generales de Zaragoza –las bien conocidas de van der Wyngaerde y de Martínez del Mazo, y otras de los siglos XVI al XIX-,  cuya minuciosidad permite visualizar la morfología de las edificaciones en épocas sucesivas, localizar los tramos de muralla e identificar sus aberturas.

      Con este bagaje se aborda el estudio de las puertas y postigos que se abrieron en las dos cercas: las cuatro de la muralla de piedra y mortero que desde el siglo III rodeó el núcleo romano, las cuales remataban por los puntos cardinales el cardo y el decúmano de la ciudad cesaraugustana –a saber, las del Ángel, de Toledo, Cinegia y de Valencia-, y las nueve que fueron taladrando en diferentes momentos el muro de réjola y ladrillo o tapial con el que en tiempos medievales se delimitó defensivamente el perímetro ampliado por los nuevos barrios crecidos con aumentos y desplazamientos de la población -San Ildefonso, Sancho, Portillo, la superviviente del Carmen, Santa Engracia, Cremada, del Sol y la muy tardía y efímera del Duque de la Victoria-, a las que se añaden los numerosos trenques o postigos que horadaban los lienzos para mayor comodidad del tránsito de personas y mercancías. De cada una de ellas se describe su origen, su ubicación, su estructura, sus usos en relación con su posición planimétrica, los problemas de su mantenimiento, su deterioro y sus reconstrucciones -de algunas de ellas, hasta tres veces, lo que explica su cambiante fisonomía-, los diferentes nombres con las que fueron conocidas por el pueblo, las personas, gremios o entidades encargados de su guarda y del cobro de los peajes... Y se ilustra con láminas que ofrecen idealizada la respectiva imagen en dibujo sobre la visión fotográfica del sector urbano actual en el que estuvieron en su día situadas; sin que falte tampoco una referencia final a los murales y a los sellos y postales en los que se evoca su recuerdo.

    En el libro también se anotan sucintamente los hitos históricos ocurridos ante ellas: asedios y batallas, la reconquista cristiana, los cortejos reales, la  decapitación del Justicia Lanuza, la defensa heroica durante los Sitios, la rechazada intentona carlista del 5 de marzo... Pero fueron, sobre todo, singulares escenarios de la vida, costumbres, oficios, conversaciones, actos sociales, rencillas vecinales, motines populares, diversiones, dramas y  esperanzas de nuestros predecesores, los zaragozanos de antaño.

     En suma, una puerta abierta al conocimiento del pasado de Zaragoza y una valiosa aportación a la pervivencia de nuestra identidad ciudadana.



PREMIO BÚHO A LIBRERÍA SERRET (OCTAVIO SERRET. 22-4-14)
por José Mª SERRANO





            La comarca del Matarraña se encuentra en el extremo nororiental de la provincia de Teruel. La conforman 14 municipios, siendo Valderrobres su cabecera. El río Matarraña, que da nombre a la comarca, nace en los puertos de Beceite. En su curso alto se abre paso entre espectaculares desfiladeros, congostos y gargantas. No es de extrañar que tanta belleza  haya sido motivo de inspiración de escritores y poetas, quienes le han concedido elogios tan atractivos como “mágico”, “misterioso”, “fascinante”... Con 100 kms de recorrido, siempre dirección sur-norte, discurre por tierras aragonesas en busca de su hermano mayor el Ebro, a quien en fraternal abrazo entrega sus aguas  cerca de Fayón, ahora ya en la provincia de Zaragoza.

            A sus pies se sitúa Valderrobres, valle de los robles, hermoso topónimo para un bello lugar. Villa histórica, con una población próxima a los 2.300 habitantes, con su puente de piedra, su antiguo castillo-palacio e iglesia de Santa María la Mayor, sus típicas calles y plazas, y lo que es muy importante, su propia lengua, hablada igualmente en algunos otros lugares aledaños. Para orgullo de los valderrobrenses y de los aragoneses, el lugar ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico.

            Me agradaría contarles muchas más cosas sobre Valderrobres, pero el tiempo de que dispongo es limitado. Sin embargo añadiré por mi cuenta y riesgo una recomendación de solamente cinco palabras: Si no conocen Valderrobres, visítenlo.

             Pero tengo ahora la misión de dirigirme a un punto concreto de la villa, a la Av. de la Hispanidad, 21, donde se ubica la librería Serret, que no pasaría de ser una más, un simple nombre, si no fuera por la atenta visión y actuación de su dueño, Octavio Serret.

            Él era un muchacho de 15 años cuando tuvo la iniciativa de instalar su primera papelería en los bajos de su casa familiar. Llegado el momento, como la mayoría de los jóvenes de aquellos años, tuvo que irse a cumplir el servicio militar,  ampliando a su regreso el negocio a librería. Pasó el tiempo; Octavio, ya hombre con experiencia, se trasladó al lugar que ahora ocupa, mucho más amplio y céntrico. Gracias a su inteligencia, trabajo y voluntad, Octavio Serret, continúa reinventándose y superándose cada día, habiendo logrado abrirse paso, en el ya de por sí complicado mundo editorial.  No hay espacio suficiente en estas líneas para detallar su amplio currículum,  pero sí citaré, algunas de sus actividades más destacadas.

            Ha recibido el premio de la Generalidad de Cataluña por su difusión de la lengua catalana, y de la variante dialectal utilizada en el Matarraña, en Aragón.         

            Todos los sábados del año organiza en su librería firma de libros, con presencia del autor.

            En los últimos cuatro veranos, durante el primer fin de semana de agosto, viene organizando en el Matarraña con gran éxito, interesantes reuniones de escritores y poetas.

            Tiene un interés especial en potenciar la publicación de aquellos libros que tratan sobre el Matarraña, su comarca y las tierras del Ebro, no solamente en las ciudades aragonesas, sino también en otras fuera de nuestra comunidad, como Barcelona y varias más.

            Pero tampoco se olvida de los lugares más pequeños, como son  los pueblos de la comarca del Matarraña donde participa en el desarrollo de diversas actividades culturales y literarias.        

            Colabora en ferias de libros, siendo siempre una constante la difusión de libros vinculados con el Matarraña y las tierras del Ebro.

            No es menos loable su interés por propiciar la edición de libros de autores noveles,  como el titulado Madera de blog, en 2008, prologado por nuestro amigo y escritor Francisco Javier Aguirre. Otros libros son trilingües, en aragonés, castellano y catalán, como el de relatos Tren del Val de Zafán en 2011, y el de poemas Poesía a la frontera, también de 2011.       

            El año pasado la librería Serret cumplió sus 30 años de existencia, y para celebrar este aniversario se convocó, juntamente con el Ayuntamiento de Valderrobres, el certamen literario Villa de Valderrobres, de ámbito nacional, abierto a obras en castellano y catalán, otorgando premios para novela y relato breve. Puede decirse que la librería establece en cordiales relaciones, un puente literario  entre Aragón y Cataluña.

             Como amigo de los libros yo espero que se sigan añadiendo nuevos títulos a su ya amplio catálogo, y que tanto librero como librería continúen celebrando muchos más aniversarios.

            Considerando los méritos indicados, la Junta Directiva

de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro ha otorgado por unanimidad a la librería Serret, gestionada por su propietario D. Octavio Serret, uno de sus premios Búho. 



JOAQUIN LOZANO
Por José Luis de Arce

Llevamos ya muchos años dando estos premios BUHO. Por aquí han pasado a recogerlos escritores y escritoras, editores, libreros, fotógrafos, ilustradores, librerías, imprentas y demás gentes e iniciativas que tienen que ver con ese amplio, maravilloso y resistente mundo de los libros.

Pero quizá nos habíamos dejado a alguien; a un tipo de persona, a un profesional que ha dedicado toda una vida, toda su vida a la venta de los libros. Habrá, seguramente, muchos, que probaron fortuna allá en sus años jóvenes, pero luego abandonaron por unas u otras circunstancias; habrá quien haya seguido hasta su madurez, incluso hasta su edad más avanzada, y para todos estos es nuestra evocación, nuestro recuerdo y nuestro pequeño homenaje de hoy.

Porque hay alguien, aquí, en nuestra Zaragoza, que simboliza la vocación de esa clase de personas que decidieron hacer de la venta de libros la esencia de su vida. Hay alguien, como nuestro BUHO de hoy, Joaquín Lozano, que quizá por casualidad, porque le acuciaba la vida, porque necesitaba completar su economía, encontró en la venta de libros un camino que habría de recorrer hasta hoy, dejando de lado, incluso, su profesión de perito mercantil y su puesto de trabajo en la SEAT de Barcelona, aquélla factoría de la zona franca de Barcelona que fabricaba los inolvidables “600” que para tantos españoles fueron el principio de su motorización.

Joaquín Lozano pensó que la venta de libros de Planeta supondría una mejora de sus ingresos, y así empezó. Un trabajo duro. Llamando a puertas desconocidas, a pecho descubierto, a ofrecer libros casa por casa a una España que tenía aún un alto índice de analfabetismo. Encontró eco, no obstante. Se fue creciendo. Dejó la SEAT. Dejó los seguros de vida, que también vendía. Incorporó nuevas fórmulas de venta, como el libro a crédito en aquélla España de los plazos y las letras innumerables, con el Crédito Internacional del Libro.

Luego vino Carroggio, el fondo de Salvat/Espasa. Aquélla enciclopedia Espasa abreviada, en siete tomos, que vendió a centenares y que en muchos hogares serviría seguramente para adornar estanterías y aparentes bibliotecas de salón. Decidió venirse a Zaragoza, y aquí se instala. La Summa Artis, la colección Austral de lujo, los libros de Plaza y Janés. Joaquín seguía llamando puerta por puerta y encontró clientes entre los estudiantes, las amas de casa y los notarios. Vivía, y no mal, de su tenacidad, de su constancia y de su esfuerzo, gastando zapatos y tirando de una cartera pesada llena de catálogos y libros. Y así, año tras año, se fue forjando un lugar en el mundo de los libros. Recuerda con nostalgia que llegó a vender en el Aaiún y en Villacisneros

Vió que había más horizonte, que él estaba ya desbordado y que era necesario organizarse: crea LOGI, organización editorial dedicada a almacén y distribución de libros. Trabaja con Destino y ya suministra no sólo al particular de toda la vida sino también a librerías, bibliotecas e instituciones. Pasan por sus manos las colecciones de los premios NADAL, los libros de ANCORA y DELFIN y maneja todo un catálogo literario con obras de Delibes, Cela, Sender, Martín Gaite, Sanchez Ferlosio y tantos autores de la España contemporánea, que van poblando las casas de gentes ávidas de leer.
El final no es feliz: Planeta compra Destino y Joaquín se queda en la calle. No se dará por vencido y se afana en promocionar el libro aragonés, las ediciones institucionales, por lo que recibe en 2008 el premio a la difusión cultural.

A pesar de todo, este hombre vocacional, sencillo y discreto ha pasado silenciosamente a nuestro lado sin que apenas hayamos notado su presencia. Siempre se ha considerado, simplemente, un vendedor de libros. Nada menos.

Creemos que una biografía así tiene su mérito, y como tal, su recompensa. El ha recibido ya muchas a lo largo de los años: el agradecimiento de tantos lectores a los que ha sugerido, aconsejado y animado a la lectura. El de quienes han ido comprendiendo el valor de los libros como vehículos de formación y de cultura. No les parece a ustedes que todo ello es más que suficiente para que hoy traigamos aquí a este hombre ejemplar, le entreguemos nuestro premio BUHO y le dediquemos nuestro aplauso de reconocimiento?



PREMIO BÚHO A LA REVISTA CRISIS
Por Emilio QUINTANILLA BUEY

Hace escasamente dos años, en mayo de 2012, vio la luz el primer número de la revista CRISIS como culminación de un interesante proyecto, no exento de riesgos, que sacó adelante Erial Ediciones como parte destacada de sus iniciativas culturales.
Desde la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro aplaudimos en su momento el nacimiento de CRISIS, y lo hicimos con gran esperanza y con un punto de temor. ¿Podría sobrevivir?
Desde luego no era fácil. Apostar por una nueva revista que nace con vocación de plataforma intelectual en unos tiempos en que se suceden los cierres de publicaciones periódicas y en que las limitaciones presupuestarias amenazan con asfixiar cualquier iniciativa cultural, es algo que solo puede hacerse cuando se cuenta con un proyecto muy bien planificado, con un decidido e ilusionado equipo de redacción y con un grupo de prestigiosas plumas dispuestas a colaborar de forma generosa y desinteresada.
Por suerte, aquella criatura cuenta ya casi dos años de edad y está dando pruebas de una excelente salud. La revista CRISIS, cuyo número cuatro se ha presentado hace poco más de un mes en el Teatro Principal, mantiene puntualmente la periodicidad semestral con que fue concebida y es ya una realidad consolidada que se nos presenta en dos soportes: en papel, con más de cien páginas de moderna maquetación y admirable alarde tipográfico, y además, con un razonable desfase en el tiempo, como revista digital on line, descargable en PDF.
Abierta a cualquier colaboración que cumpla un exigible estándar de calidad e interés, los contenidos se mantienen a gran altura y abordan, siempre desde la perspectiva de la creación, un amplio abanico de temas dentro del mundo de la cultura: escritores, poetas, artistas plásticos, periodistas, científicos, críticos, filósofos, historiadores... contribuyen a dar realce a esta publicación que sin duda ha venido a enriquecer el acervo cultural aragonés con proyección nacional.
La elección de CRISIS como título de cabecera es sin duda un acierto, y no porque pueda hacer referencia a los difíciles momentos socioeconómicos por los que estamos atravesando sino por su alusión a cuanto la revista tiene de crítica; de postura analítica frente al hecho cultural.  En este sentido conviene señalar que la publicación se define y subtitula como “Revista de crítica cultural”. De forma que el título CRISIS como vocablo generador del adjetivo crítico seguirá siendo oportuno aunque algún día la actual crisis social, financiera y de valores que estamos atravesando pueda darse por superada y sea solo un mal recuerdo.
Pero además, desde el Consejo de Redacción de la revista CRISIS se promueven y coordinan otras actividades que vienen a complementar sus contenidos y a profundizar en algunos temas de especial interés o actualidad. En los pocos meses transcurridos desde su primer número han tenido lugar en Zaragoza, desarrollados en colaboración con otras organizaciones culturales,  foros de debate y mesas redondas sobre temas tan sugestivos como El museo en el mundo de hoy, Presente y futuro del patrimonio cultural aragonés, Influencia de las nuevas tecnologías en la creación artística o Las artes y las autopistas de la información, desarrollados siempre en escenarios zaragozanos idóneos para tales actos, como el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos Pablo Serrano, el Centro de Historias o la Biblioteca de Humanidades María Moliner.
A cuantos amamos la cultura, como es el caso de quienes integramos la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro, no podía pasarnos desapercibido el encomiable esfuerzo que el Consejo de Redacción de la revista CRISIS viene llevando a cabo desde su creación, hasta haber conseguido hacer de ella en tan poco tiempo una publicación de referencia imprescindible dentro del patrimonio cultural aragonés.
Por ello queremos entregar hoy uno de nuestros Premios Búho 2014 a la revista CRISIS, en la persona de su director don Fernando Morlanes.
Enhorabuena.