domingo, 12 de abril de 2015

PREMIOS BÚHO AÑO 2010 (26-Abril)

-Dª MARÍA J. FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Bibliotecaria de Jaca.
-Libro "ASÍ VIVÍAMOS" de Mª CARMEN BARCELÓ ESPALLARGAS
-Librería "EL PEQUEÑO TEATRO DE LOS LIBROS" (Zaragoza)
-Editorial ECLIPSADOS
-D. MIGUEL ÁNGEL MARÍN URIOL



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                              GLOSAS 



Dª Mª J. FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Bibliotecaria de JACA.
por JOSÉ LUIS DE ARCE

 ¿Quién puede ser amigo de los libros?
 ¿Creen ustedes que puede serlo quien cada mañana abre la puerta de su trabajo y atraviesa el umbral sobre el que luce la inscripción “Biblioteca pública”? ¿Puede serlo quien pasa su día en unas dependencias cuyas paredes están todas ellas tapizadas de libros?  ¿Quizá lo sea quien distribuye su tiempo entre mirar, acariciar, reparar, fichar y colocar libros y libros en su correcto y preciso lugar de la estantería que envuelve las estancias de la Biblioteca? O, ¿lo es quien recibe alborozado a niños y mayores que buscan algo de su dieta intelectual en un libro, en el silencio amable del recogido espacio de una sala de lectura? ¿Será, acaso, amigo – o amiga – de los libros aquélla persona que mira atrás hacia su vida y recuerda su vocación de archivera, su formación en historia medieval, su pasión por la bibliología y su querencia y dedicación a una biblioteca? ¿Bastarán 25 años de entrega a la tarea de dirigir y hacer crecer una biblioteca pública para acreditar que uno – o una – es verdaderamente amigo de los libros?

Todas las respuestas las tiene MARIA JESUS FERNANDEZ MARTINEZ, directora de la Biblioteca Pública Municipal de Jaca, a quien la Asociación de Amigos del Libro ha decidido dar este año uno de sus premios Búho, que como todos los años recompensa a algún bibliotecario o bibliotecaria de la red de Bibliotecas de Aragón para reconocer su dedicación y esfuerzo en el fomento del libro y la lectura.

Les voy a presentar brevemente a María Jesús.   Ella es madrileña de nacimiento, si bien lo primero que recuerda son sus veraneos infantiles en Villanúa y a su abuela, una maestra esforzada. Tras una etapa dura y de incertidumbres, vuelve a veranear a Villanúa, ya en el 66. Sigue enamorada del Pirineo y de los parajes del alto Aragón: en el año 70 alquilan una casa y desde 1981 vive en Jaca.

Cursa estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza, especializándose en Historia Medieval, poniendo su mirada como meta profesional en el mundo de los archivos y la bibliología. Y, afincada en Jaca, oh!, casualidades de la vida, sale la plaza de bibliotecaria municipal con un contrato de seis meses. Dicen que la plaza estaba dada de antemano, y se lo advierten; pero ella insiste y presenta su currículo, que resulta inapelable frente a los que presentan los presuntos “enchufados”, de modo que la plaza es para ella. María Jesús hace las cosas bien, reorganiza la biblioteca, la va ampliando poco a poco, introduce mejoras, consigue el apoyo incondicional de su ayuntamiento y su contrato se va renovando hasta que en 2001 hay un proceso de promoción interna y se hace por fin con la plaza de responsable de la Biblioteca de Jaca, ya instalada en el edificio de la Casa de la Cultura y que poco a poco irá ocupando en su totalidad.

En octubre de este mismo año, María Jesús celebrará su 25 aniversario al frente de la biblioteca, aunque ella, en su modestia, afirma que esta trayectoria no hubiera sido posible sin su equipo, compuesto hoy por 3 personas más a las que pronto se añadirá un nuevo fichaje; así es que vaya también la mención de Pilar Rubio, Raquel Bescós y Gema Asín como colaboradoras entusiastas de María Jesús y co-gestoras de la excelente marcha de esta biblioteca y sus actividades.

Ahora, algunos datos: Cuando entra María Jesús se encuentra con una dotación de 7.000 volúmenes. Téngase en cuenta que la Biblioteca de Jaca es una de las más antiguas de Aragón y venía acumulando libros durante muchos años; pero la dinámica que imprime la nueva directora hace que en pocos años se alcance la cifra actual de más de 42.000 y con un proceso de ampliación en marcha: nuevas secciones, nuevos espacios, entre los que destaca por su gracia la llamada “bebeteca”, para pequeños de cero a tres años, siempre acompañados por sus padres, y para permitirles familiarizarse con los libros. Hay 5.300 socios dados de alta; en 2009 se formalizaron más de 33.000 préstamos y visitaron la biblioteca más de 77.000 personas. Narrativa, Camino de Santiago y cómics para adultos es lo que más se lleva.

La Biblioteca no se queda en un mero almacén de libros; todos los meses se organiza alguna actividad: talleres de escritura, cuentacuentos, ciclos, biblioteca en la calle, presentaciones; y también le corresponde la organización, cada mes de agosto, de la Feria del Libro, coincidiendo con la época del apogeo del turismo. Por allí se ha visto estos últimos años, entre otros afamados escritores, a José Luis Sanpedro, Lorenzo Mediano, Roberto Malo, Carmen Bandrés, Labordeta, Carlos Castán, Lorenzo Silva, Eduardo Mendoza o Magdalena Lasala.

A la actividad incansable de María Jesús y su equipo hay que añadir dos claves para explicarse este éxito: una es la sintonía confesada con el Ayuntamiento de Jaca, en especial con la concejala de cultura, Concha Jiménez, y con su alcalde, Enrique Villarroya; la otra, la indudable habilidad de María Jesús para captar y mantener apoyos “financieros” a sus proyectos. Es respetable la cifra anual que recibe la Biblioteca de su Ayuntamiento, del Ministerio de Educación, de la Diputación de Huesca, de la Comarca, y de todo aquél que se ponga a tiro.

No les canso más. Esta brillante trayectoria, esta entrega constante a la cultura con mayúsculas, esta vocación de servicio mantenida a lo largo de los años con excelentes resultados y una gestión altamente profesional merecen nuestra atención y nuestro premio. Por eso uno de nuestros “búhos” vuela ahora hacia las manos de María Jesús Fernández, directora de la espléndida biblioteca de Jaca.
Muchas gracias.


M. CARMEN BARCELÓ ESPALLARGAS POR SU LIBRO
"ASÍ VIVÍAMOS" (1939-1975)

 POR JOSÉ Mª SERRANO




         La existencia de algo no viene determinada por un eslogan más o menos sonoro, sino porque se hallan detrás personas que han unido a su pensamiento la acción, y deciden poner manos a la obra; por eso existe Teruel; por eso existe Aragón.



         M. Carmen Barceló nació en La Ginebrosa, cursó estudios empresariales y en la actualidad trabaja en Alcañiz, pero  hay que destacar que siempre ha sido fiel a las raíces que la unen a su pueblo.  Es miembro de la Junta de la Asociación Cultural Tarayola y pertenece al consejo de redacción de la revista del mismo nombre.  Dirigió y coordinó un libro de recetas de la cocina tradicional de La Ginebrosa, que fue editado en 2008, con el fin primordial de conservar  el patrimonio gastronómico de la zona.

Al mismo tiempo, M . Carmen continuaba trabajando en otro amplio proyecto consistente en la preparación de un libro sobre La Ginebrosa y lugares aledaños. Esta fue su acertada idea, expresada con sus propias palabras: Al ver que la generación de nuestros padres va envejeciendo, y algunos nos abandonan para siempre, me planteé la necesidad de dejar por escrito la manera de vivir y trabajar de nuestros mayores. 



         Pero ahora abro un paréntesis para viajar todos juntos mentalmente a la pintoresca villa de La Ginebrosa. El toponímico procede de enebro, arbusto de la familia de las Cupresáceas, profuso en Aragón, que en muchos de sus pueblos llaman Ginebro. Hacen referencia a La Ginebrosa documentos que datan del siglo XIII.  Se encuentra en las estribaciones del Maestrazgo, más concretamente en el extremo nororiental de la provincia de Teruel, en el puro Bajo Aragón, por partida doble, puesto que pertenece, junto con 20 pueblos más a la comarca administrativa que lleva este nombre, y a la zona más amplia, el Bajo Aragón histórico-geográfico, al que pertenecen tierras hasta de la provincia de Zaragoza.  
Pero ya hemos llegado a La Ginebrosa; nos hallamos incluso, dentro de sus antiguas murallas, y seguramente vamos a encontrarnos enseguida a alguno de sus 224 habitantes, que se ofrecerá amablemente a acompañarnos. Preparadas nuestras cámaras fotográficas caminamos por sus calles y plazas. Pasamos bajo el portal de la Herrería. Nos detenemos junto a  los arcos de la calle San Cristóbal y visitamos la iglesia parroquial de San Bartolomé,  de estilo gótico levantino. Es una visita corta, pero ha merecido la pena.
        

Ahora debo continuar hablando de M. Carmen Barceló y de su libro Así vivíamos, que después de más de tres años de trabajo ha logrado concluir. Se trata de un libro grande, que es también un gran libro, de tapas duras, 240 páginas a todo color  y papel de extraordinaria calidad. Es un documental que comprende una época de 35 años (1939 – 1975) descrita con todo lujo de detalles y buenos textos en español y en la lengua propia de esa zona. Para realizar este interesante trabajo, nos explica M. Carmen, que llevó a cabo una  importante labor de campo, entrevistando a más de 40 personas, entre hombre y mujeres, tanto de su pueblo como de otros cercanos, que les tocó vivir durante la época citada: agricultores, pastores, mineros, personas de diversos oficios que desarrollaron su trabajo con escasos medios y un  ímprobo esfuerzo, dentro en una economía autárquica, autosuficiente, en la que era preciso aprovechar al máximo todos los recursos. Laboreaban la tierra de secano para obtener trigo y cebada, cultivaban la huerta de regadío, pastoreaban en el monte, cuidaban los animales de corral, y cebaban al más importante sin duda, el cerdo, reserva alimenticia para todo el año. Se aspiraba entonces a muy poco: a poder comer para sobrevivir. Todo se detalla en este excelente libro, que contiene además un sinnúmero de magníficas fotografías que avalan e ilustran los textos, aportadas tanto por el archivo fotográfico de la Asociación Cultural Tarayola, como por personas particulares.



         En una obra como esta no podía faltar la referencia a un fenómeno muy importante que  tuvo lugar, no solamente en la Ginebrosa, sino también en la práctica totalidad de los pueblos de Aragón y aun de España. Me refiero al éxodo de muchas familias enteras desde los pueblos a las grandes ciudades, que debido a su creciente industrialización, ofrecían un futuro más halagüeño. Tuvo este hecho su punto álgido hacia mitad del siglo XX, y continuaría durante varios años sucesivos. ¡Cuánta añoranza, cuánta tristeza, cuántas lágrimas derramadas al tener que abandonar sus hogares y sus tierras! Pero la mayoría, como, M. Carmen, han sabido guardar sus raíces en el corazón.



         Al Ayuntamiento de La Ginebrosa, mi enhorabuena por su meritoria decisión de editar este libro.

          

Por su aportación a la cultura con la autoría de "Así vivíamos", la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro ha decidido otorgar a M. Carmen Barceló Espallargas uno de sus premios Búho.

 

Librería EL PEQUEÑO TEATRO DE LOS LIBROS
POR JOSÉ Mª HERNÁNDEZ DE LA TORRE



    Cuando se produce una conjunción sideral de Magisterio y Biblioteconomía, puede surgir…el Pequeño Teatro de los Libros: un estallido luminoso de escenografía bibliófila en el barrio de Las Fuentes, donde Carolina y Ciro han montado una especie de “tinglado de la antigua farsa” y nos invitan a participar en el espectáculo. Así que, señoras y señores, ¡arriba el telón!

    La escena es un espacio de casi cuatrocientos metros cuadrados, notablemente diáfano. Llama la atención el rojo decorado de cortinajes, que, recogiendo sus faldones con airoso escorzo de bambalinas, enmarcan las estanterías -fijas y móviles- presentes en un local que cuenta con sofisticado equipamiento luminotécnico y megafónico, dispuesto para la ambientación de lo que allí aparezca. En lugar preferente, una gran mesa redonda –cuatro metros de diámetro- evoca leyendas artúricas de caballeros que buscan en los volúmenes que en ella reposan el grial de la sabiduría o el deleite; pero es también la tarima que se transfigura en escenario; es decir, el teatro dentro del teatro.

     Los actores son los libros, que componen el variado elenco para un reparto numeroso. Se agrupan por géneros y, desde un fondo amplio y variado, destacan por especial protagonismo los infantiles, los relatos gráficos, la novelística y narrativa en general, la poesía, el ensayo y, claro está, las piezas teatrales; también encuentra su lugar específico la bibliografía de Aragón.

     El argumento de esta función trata de revertir el drama nacional de la insuficiencia lectora en gozosa comedia de mayorías ilustradas y, por ello, más libres, mediante un empeño riguroso de animación a la lectura. La trama  se desarrolla en una sucesión de acciones que, en su rica diversidad, avanzan en esa dirección: presentaciones de novedades publicadas, encuentros con autores, cuentacuentos, clubs de lectura, talleres de escritura, análisis de textos, recitales, monólogos y representaciones, exposiciones, conciertos, foros de debates literarios, concursos, homenajes conmemorativos y especial atención a las pequeñas editoriales y a los nuevos autores que buscan escaparate… Un completo programa de artes y letras enfocado a desvelar la magia de los libros, a ponerlos tentadoramente a la vista y en las manos de niños y mayores.

     En el centro generador de ese despliegue, a la vez empresarios y regidores del espectáculo, como directores escénicos, dos jóvenes: Carolina Peláez y Ciro Soriano, quienes, desde diferentes trayectorias profesionales en el oficio libresco, confluyeron como empleados de una misma librería, donde no tardaron en reconocerse en la común ilusión por un empeño innovador, y, evaluadas las dificultades y las posibilidades durante unos meses de gestación, decidieron asociarse para la aventura de vender libros con una fórmula inteligente e imaginativa, esencialmente personalizada, que la distinguiera de la aséptica tienda de productos editados y de la gran superficie almacenera de best-sellers y liquidaciones de restos. Una fórmula basada en la imprescindible –y a menudo olvidada- conexión entre la vocación de leer y la formación intelectual o, al menos, la viva curiosidad del espíritu.

      Y se establecieron, insólitamente, en la periferia urbana, fuera del centro que acapara y casi monopoliza tanto el comercio tradicional de los libros como la oferta cultural de la sociedad local: una librería en un barrio de cuarenta y tantas mil almas, en el que –como en los demás- no existe ninguna otra, aparte de las pequeñas papelerías de rigor… porque nadie se arriesgaría a tan incierto negocio. Pero allí, en el número 21 de la calle Silvestre Pérez,  en septiembre de 2008, levantó el tablado y encendió los proyectores el Pequeño Teatro de los Libros, con su sugerente puesta en escena y su atrevida propuesta, abierta a todos pero fundamentalmente dirigida a un público menos anónimo, el del propio entorno, al que se acerca para invitarle a que se involucre en las actividades culturales, integrando así el literario recinto en la vida cotidiana vecinal, como medio excelente para la promoción del libro.

     Usan, para darse a conocer, todos los recursos que hoy ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación, como un ya bien nutrido blog o la edición electrónica de dípticos con la agenda de las actuaciones programadas, y también la difusión de boletines mensuales en los que seleccionan y recomiendan obras para cada tipo de lectores, entran en contacto con las entidades públicas y privadas interesadas en el mundo del libro, colaboran activamente con las iniciativas comunes –como su recientísima participación en “las noches de los libros abiertos”-… y, sobre todo, miman el trato personal con los clientes y contagian el entusiasmo por la dinamización cultural y artística de la zona.

    En la penumbra de entre bastidores, el búho abre bien los ojos a esta realidad que ha cuajado en apenas año y medio, a ese difícil y conseguido equilibrio entre estética y funcionalidad, a esa meritoria labor con presencia consolidada en Las Fuentes y creciente prestigio en los ámbitos culturales zaragozanos. Seguro que, ya ante las candilejas, se sentirá satisfecho de que su efigie en cerámica se integre en el conjunto escenográfico del gran Pequeño Teatro de los Libros, a cuyos responsables dedicará sus mejores augurios de larga y próspera existencia. Y, como hacen las gentes de la farándula antes de cada actuación, nosotros, los Amigos del Libro, también les dedicamos amistosamente mucha mierda.



MIGUEL ÁNGEL MARÍN URIOL

Por ÁNGEL HERNÁNDEZ MOSTAJO



Miguel Ángel, hoy estamos aquí solos tú y yo. No hay nadie más. La sala está vacía. Voy a aprovechar la circunstancia para hacerte una pregunta, sin rodeos, directamente, mirándote a los ojos. Dime, ¿quién te ha escrito y te escribe ese torrente de versos? De ti no salen, seguro. En una ocasión ya te dije que no eran tuyos. Te añadí hace tiempo que no tienes pinta ni hechuras de vate romántico, sino más bien de dependiente de una vieja tienda de ultramarinos de la posguerra. Solo te falta el guardapolvo amarillento y el lápiz en la oreja. Eres bajete, malo contando chistes, --que te los ríes hasta la congestión antes de acabarlos--, acento más rural que urbano, escasa facilidad de palabra, andas siempre como medio dormido… ¿Cómo va a ser tuyo lo de brisa, viento, aves, lilas, luz, mar, rosas, pinos, alondra. Noches de granito, vientre de jade. Tristeza, abismo, llanto, niebla, brumas, dolor, sombra. Besos, besos, besos, bocas, bocas, bocas, labios, labios, labios, amor, caricias, más labios, senos, pubis y alcobas.¿Y cuando te vas por otros derroteros y estallas airado ‘Dios, ¿dónde está Dios?’ No, no te veo en ellos. 



Oye, ¿cómo has conseguido engañar a los que te han  concedido los premios? Entre otros, mordieron el anzuelo  asturianos,  extremeños,  salmantinos,  manchegos… Y aquí, en casa, ¿a quiénes de la Institución Fernando el católico les hiciste sumisas zalemas para que te concedieran un año el premio San Jorge,  el premio de poesía Isabel de Portugal, otro?



Sí, ya sé que esgrimes a tu favor y aireas a los cuatro vientos que estuviste en estrecho contacto con poetas  del brillo de Luciano Gracia, Guillermo Gúdel, Carmen Serna, Marcos Agón. Y que mamaste del magisterio de Rosendo Tello.



Y también sé que, junto con tu querida Inma, luz de tus pasos, conducís un año tras otro la tertulia “Fuentes de la Mentira”, --ya salió la palabra mentira-- aquí en la Biblioteca, donde tantas charlas y coloquios de unos y otros avivan continuamente el fuego literario. Y que fuiste durante cuatro años secretario de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro.



También has obtenido premios por trabajos en prosa. Por cierto, del último que has escrito, o te han escrito, “Albeta”, una biografía fantaseada de tu padre, me ha sorprendido la riqueza de léxico que muestras en ella, dándole un tono cervantino en bastantes tramos, quevedesco a veces, y transcendiendo siempre un fuerte aire aragonés.



A lo largo de la vida del periódico zaragozano “El Día” colaboraste con entrevistas, artículos de viajes, cocina, pastelería. Pastelería. Ya sabes que lo tuyo de la pastelería también lo conozco. Y ahí sí que no dudo de la autoría de tus obras. Si hasta en París te concedieron el diploma de Maestro Chocolatero, y en Lérida el de maestro pastelero… Y con ese material, con el chocolate,  fuiste capaz de reproducir el Paraninfo de la Universidad , la fuente de Neptuno, el Ayuntamiento de Zaragoza, que ganó una medalla de plata en la feria alimentaria de Barcelona, la Samaritana, san Valero, las Murallas Romanas, etc. Y le diste nombre a esa delicia que es el ‘lanzón de san Jorge’. ¿Se puede pastelear más aragonesamente?



En fin, volviendo a tu obra literaria, que es la que aquí y en estos momentos más importa, perdóname la broma de simular que dudaba de tu autoría. Has escrito mucho y bien –y lo que te rondaré, morena--. Te mereces sin duda el premio Búho, aunque, excepcionalmente, esta vez para ti debería haber sido, no de cerámica, sino de chocolate y azúcar. Un abrazo.