domingo, 12 de abril de 2015

PREMIOS BÚHO 2012

                 -Libro "Sobrarbe, testigo directo", de                                              EDICIONES FERNANDO BIARGE.
                 -D. Emilio BENEDICTO GIMENO                               
                       (Bibliotecario de Calamocha).
                          -Mª DOLORES TOLOSA
                      -Librería ANTÍGONA (Zaragoza)
                              -D. Ángel GUINDA
                            -TRANVÍA TEATRO



                                  GLOSAS





FERNANDO BIARGE
POR José Luis DE ARCE

Fernando Biarge es un hombre aragonés, altoaragonés para ser más precisos, que nació en Huesca a comienzos de los cuarenta. Cuando se le propuso en el seno de la Junta Directiva de la Asociación para recibir este año el premio BUHO, nos dimos cuenta de que este hombre debió haber sido premiado hace mucho tiempo, pues méritos le sobraban para ello. Me atrevo a pedirle disculpas, en nombre de la Asociación, por haber tardado tanto tiempo en reconocer su prolongado, valioso y extenso trabajo, pero ya saben ustedes que amén de que errar es humano, no es menos cierto que en la ya larga nómina de premios BUHO son merecedores todos los que están, pero no están todos los que son. Uno de estos  que no estaba en la lista hasta hoy es Fernando Biarge, y nada nos agradaría más que poder dejar resuelta esta pequeña injusticia a partir de ahora.

Ya saben todos ustedes que una de las líneas que inspiran nuestros premios BUHO es la de reconocer algún hecho destacado, en materia de libros y todo su entorno cultural, que se haya producido en Aragón en el año anterior. Pues bien, el año pasado tuvo lugar la presentación de este libro, SOBRARBE, un hermoso libro de fotos y textos, del que es autor Fernando Biarge. Por sí mismo, este hecho hubiera bastado  para justificar nuestro premio; pero es que en el caso de Fernando Biarge se acumula tal conjunto de circunstancias y merecimientos que los amigos del Libro debemos lamentar nuestro retraso en traer a este hombre y a su obra a nuestros premios. Hagamos como en los Oscar: premios una trayectoria, o si lo prefieren, a toda una vida.

Porque larga y fecunda es la vida de Fernando. Fotógrafo, hombre de empresa y escritor, con una breve escapada a la política local en el Ayuntamiento y en la Diputación de Huesca, tiene en su haber una ingente producción fotográfica y literaria desde que en 1963 empieza a dedicarse a la fotografía; es tan grade su afición que su archivo cuenta hoy con más de CIEN MIL diapositivas, gran parte de las cuales están distribuidas a lo largo y ancho de numerosos libros ilustrados que el mismo ha escrito y publicado y otros en que ha sido coautor o colaborador. Fíjense ustedes, si es verdad aquéllo de que una imagen vale más que mil palabras, los millones de palabras que Fernando Biarge ha vertido en sus libros con sus imágenes. Aunque él mismo hace un sintético resumen de su trabajo en su currículum diciendo que ha escrito 28 obras, ha sido coautor en otras 17 y ha publicado 6.124 páginas; tiene 8258 fotografías publicadas y ha colaborado con sus fotos en 172 libros y en 87 artículos de revistas. Y ha producido 13 audiovisuales.Realmente abrumador.

Y si rastreamos en los títulos y contenidos de sus obras es donde verdaderamente apreciamos los valores y principios que han guiado siempre a este hombre: su gran capacidad de trabajo y estudio y el inequívoco  y persistente amor a su tierra, puesto de manifiesto en los temas sobre los que ha puesto su mirada a través de las lentes de sus cámaras: Peña Guara, Añisclo, Los Montes Malditos, el Alto Aragón, Ordesa, Monte perdido, Valle de Tena, Tierra de Bisecas, Sobrarbe, Huesca… y en los que ha profundizado para descubrir y describir con apasionada pluma costumbres, paisajes, arquitectura popular, religiosa, militar y civil; senderos, gargantas, barrancos, cañones, creencias, signos y ritos, trabajos agrícolas y ganaderos, las tareas domésticas, ibones, simas y cuevas, grandes picos pirenáicos, ferias y mercados, ropas del arcón, carros y caballerías… en fin, una verdadera enciclopedia  en la que está toda Huesca, todo el Pirineo, todo el alto aragón, esa tierra de sus desvelos; un compendio gigantesco de saberes y conocimientos en los que las imágenes  acompañan siempre a las palabras, con un toque de ternura, de suavidad, como envolviéndolas en un cálido y amoroso ambiente, poniendo siempre la técnica al servicio de la intencionalidad expresiva para que sea esta, la expresión, la que impacte al lector o a quien hojee despaciosamente las espléndidas páginas de todos estos libros, numerosos libros, fuentes indispensables que son sin duda uno de los legados más importantes y valiosos para quienes deseen acercarse a estudiar, recorrer o simplemente contemplar cualquier recóndito rincón del Alto Aragón.

Otras muchas cosas se podrían decir de Fernando Biarge, de sus trabajos y aportaciones al mundo de la fotografía en congresos, exposiciones y publicaciones diversas, que redondearían un perfil profesional de primer orden. Algunos premios, muchos menos sin duda que los merecidos, jalonan también el decurso vital de Fernando.

Por eso, y como testimonio de admiración por una obra enhebrada a una vida; como reconocimiento a la tenacidad en un empeño y como agradecimiento, como aragoneses, a una generosa y amplísima obra de difusión de cosas de nuestra tierra, los Amigos del Libro hemos querido traer este año aquí a Fernando Biarge y pedirle que acepte el premio BUHO que le entregamos con un enorme respeto.


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EMILIO BENEDICTO GIMENO
por José Mª SERRANO

           
            Buenas tardes:

            Les invito a dar un paseo por Calamocha. No teman, pues no vamos a encontrarnos con los treinta grados bajo cero que se registraron allá por el año 1963, y que todavía hoy sigue siendo el récord de España en zonas pobladas.
            Calamocha, junto al río Jiloca, cuenta actualmente con alrededor de 4.000 habitantes, siendo una cabecera de rango supracomarcal con  población creciente, que comprende 40 municipios.
            Ya estamos recorriendo sus calles. Después de pasar por la Calle Real nos encontramos  ahora en La Plaza del Peirón, al pie del monumento de San Roque, su perro y El Bailador, erigido en conmemoración de las fiestas de la Asunción de la Virgen y San roque. En la Plaza de España se halla la iglesia de la Asunción, y no tardamos en llegar al Paseo de San Roque, donde se ubica la Biblioteca Municipal de Calamocha;  allí nos aguarda su bibliotecario Emilio Benedicto, con 20 años de  profesión. Nos llama la atención la habilidad y la soltura con que maneja los libros; se ve enseguida que está familiarizado con ellos.    
            A los Amigos del Libro nos encantan las bibliotecas y nos gusta saber datos acerca de ellas. Emilio contesta a nuestras preguntas amablemente. No nos conocíamos y en un principio se muestra cauto, pero en unos minutos nos hacemos amigos.
            Alrededor de 12.000 volúmenes llenan  las estanterías de la biblioteca  a disposición de los lectores, cuyo nivel cultural, según su bibliotecario, es satisfactorio.   El número de socios asciende a más de mil; una cuarta parte de la población, lo cuál no está nada mal.   
            ¿Acuden los niños asiduamente a la biblioteca? Le preguntamos aguardando su respuesta con interés. Nos confirma que sí. Los más pequeños van acompañados por sus padres  para disfrutar de sus lecturas favoritas, que son los libros de aventuras y los cuentos tradicionales, es decir,  lo que nos gustaba a nosotros cuando éramos niños. Los adultos prefieren las novedades, y van con mayor profusión en invierno, cuando pueden leer cómodamente, acogidos por la buena calefacción, nos explica Emilio con una sonrisa. La biblioteca tiene también filmoteca, y es el interés del bibliotecario, al igual que hace con los libros,  dotarla de películas interesantes, a pesar de que sabe que tienen menos demanda que las novedosas de escasa calidad pero que la publicidad mediática se encarga de encumbrar a podios inmerecidos.
            Sin embargo, no todo son facilidades en el día a día de Emilio. Por un lado está la crisis, limitadora de presupuestos, que extendiéndose como una mancha de aceite, nos afecta a todos. Por otro, existen ciertas incomprensiones poco fundadas por parte de algunos, que parecen mostrar gran interés en socavar el buen hacer de los demás.

            Pero el bibliotecario de la Biblioteca Pública de Calamocha, es un buen profesional y pone su mayor empeño en, a pesar de todo, tratar de conseguir que la biblioteca sea un lugar de acción cultural y social, aunque la tarea no resulte siempre placentera. Calamocha se lo merece.
            Por lo anteriormente expuesto, la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro  ha concedido por unanimidad uno de sus premios Búho a Don Emilio Benedicto Gimeno. 

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María DOLORES TOLOSA
                                         por María Teresa Ezquerra
                   
     Desde hace bastante tiempo, y sobre todo en este siglo XXI, la literatura infantil y juvenil tiene una gran rival: la tecnología. Televisión, ordenadores, móviles y cualquier otro artilugio moderno, atraen a todo el mundo, y  especialmente a la infancia y a la juventud. Aprenden rápidamente a manejar todos aparatos y a jugar con ellos. Les divierte sobremanera y abstraídos en  su manejo practicando toda clase de juegos,  aunque estén solos,  se les pasa el tiempo sin apenas darse cuenta.  Los libros, por el contrario, los ven como algo obligatorio, de estudio y sabemos que hay una gran diferencia entre hacer una cosa por placer o por obligación. Por eso, escribir para niños no es tarea fácil y conseguir que un niño lea y disfrute con la lectura de un libro, es un verdadero éxito.
    María Dolores Tolosa  sabe perfectamente cómo hacerlo. Sin despreciar la tecnología puesto que, indudablemente,  es útil para todos,   consigue que un niño no se aburra con  un libro entre las manos, se sienta feliz deleitándose con su lectura y lo saboree hasta la última palabra.  Incluso, la obligación llega a convertirla en placer.
     Su  profesión, maestra, con muchos años de experiencia y además madre y abuela  la convierten en una perfecta conocedora  del mundo infantil.  En los comienzos de su carrera  ejerció durante unos años  en diversos pueblos de nuestra provincia y en Manresa,   hasta llegar a  Zaragoza   en donde ha trabajado durante más de treinta años
- una buena parte de ellos como directora -  en el colegio “Tomás Alvira”.  Colegio que en el año 2007, al cumplir cien años de su apertura,  Mª Dolores Tolosa hace una recopilación del trabajo  que se ha realizado en él durante ese tiempo y saca a la luz un interesante  libro “Memorias de un joven centenario” editado  por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.
      Ha coordinado tertulias literarias, encuentros con alumnos de otros colegios, ha impartido charlas, talleres de poesía y animación a la lectura y en los dos últimos años ha coordinado el Foro de Literatura infantil y juvenil de Aragón. Toda su vida profesional la ha pasado entre libros y niños por lo que no es de extrañar  que su  segunda vocación,  la de escritora y poeta, la dedique en gran parte a la literatura infantil y juvenil.  
     Desde que en 1998 publicó su primer libro de narrativa infantil “Nana Luna” no ha dejado de escribir para ese público al que adora. Ha escrito  relatos y poemas,  con títulos como “Frente al Espejo”; “La rebelión de los niños verdes”; “A media voz”;
“Caruso”. También ha escrito una novela juvenil  “El vuelo de las cigüeñas”;  y cuentos y juegos para padres e hijos  con un título muy sugestivo: “Vivir en las nubes”  en donde,  de una forma muy simpática y atractiva estimula a todos, niños y adultos  (educadores y sobre todo a padres)  a que juntos compartan las historias y los juegos,  con  nuevas formas de expresión  y riqueza de vocabulario. Leer,  jugar y reír en familia,  beneficia a todos.  Para los padres es un relax de las tensiones de su trabajo, y para los niños un acercamiento mayor a los padres que, sin gritos ni regañinas que tanto les asustan,  aprenden a respetar todo: personas, animales, naturaleza y a apreciar la belleza que hay a nuestro alrededor. No falta la ternura, la generosidad y sobre todo el humor. Un libro que no debería faltar en ningún hogar y practicar sus ideas con frecuencia.
   Y hace unos meses, en Octubre  de 2011,  nos deleitó con la presentación de “Poemas para gente que crece” En la primera parte de este libro explica los métodos que ha ido desarrollando para hacer que sus alumnos (y  cuantas personas lo lean, sin importar la edad)  se interesen por la poesía, no sólo para leerla y comprenderla, sino también para  escribirla, enseñándoles a observar su entorno y a expresar sus sentimientos ante lo que ven, con las mejores y más bellas palabras. La segunda parte son unos preciosos poemas que, como todo lo que escribe, es para deleite y enriquecimiento cultural de niños y mayores.
    Jubilada de la enseñanza desde hace  tres años,  su labor  de  escritora y poeta se ve favorecida, así como todas las demás actividades que hemos citado, al disponer de más tiempo. Sigue transmitiendo a todos sus conocimientos de forma imparable con gran entusiasmo y vitalidad y como ella dice, también sigue aprendiendo. Esperamos que  este entusiasmo lo conserve durante muchos años.
     Esta ejemplar  trayectoria profesional; este desvelo por la literatura, especialmente por la poesía; este amor por los libros volcado hacia los demás; esa responsabilidad para lograr una magnífica educación en los hombres y mujeres del mañana, no han pasado desapercibidos a la Asociación  Aragonesa de Amigos del Libro.  Y considerando que se merece más de un reconocimiento, el nuestro le llega con la entrega de este Búho.
     Que este humilde homenaje, María Dolores, sea un estímulo para continuar con esa  hermosa labor.



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BÚHO A LA LIBRERÍA ANTÍGONA
Por José Ángel MONTEAGUDO


Antígona ha simbolizado, desde Sófocles, a la heroína capaz de asumir los valores éticos más elevados y pagar por ello con su vida, reflejando la resistencia contra cualquier forma de tiranía. Aunque aclaratorio sería destacar que en las traducciones romances de la tragedia de Sófocles de Alamanni o Baïf, en el siglo XVI, toma simbolismo su adhesión a los valores familiares. Otros autores como Rotrou o Garnier a finales del s. XVI caen en la cristianización del mito, desembocando a principios del XIX en la épica de Ballanche respecto al mismo. Será ya en el s.XIX cuando Antígona inspirará la reflexión a diversos autores: la figura blasfema y violenta que realiza Hönderling en su obra o la contradicción entre valores morales de la ciudad (encarnados por Creonte como figura masculina) y los valores morales naturales (encarnados por Antígona como mujer) que expresa Hegel, serían algunos ejemplos.
Y serán dramaturgos como Jean Cocteau o Anouilh, en pleno siglo XX, los que idealizarán y convertirán a Antígona en el símbolo de la rebeldía y de la libertad anticonformista que enfrenta al individuo contra el poder absoluto (Cocteau a principios de siglo y Anouilh en plena Segunda Guerra Mundial durante la ocupación alemana dándole esa esencia del espíritu de la resistencia francesa ante los nazis). Y por ese camino ahondará Bertolt Bretch en su interpretación de la resistencia frente a la autoridad, así como el escritor alemán Hochhuth. Incluso Salvador Espriú se sirvió del mito para tratar el tema de nuestra guerra civil.

Pero viajemos de la Antígona mito a la Antígona real. La librería Antígona se hizo realidad en la Zaragoza de los ochenta, seguramente, nació así, símbolo no solo del trabajo y del amor por los libros y como faro de los lectores inquietos, sino con aire reflexivo en las lecturas que atesora en sus entrañas, acercando el conocimiento a sus lectores, y  confortando a cada tipo de lector con el tipo de libro que necesita, que busca o que desea. Así se lo planteó José Fernández (Pepe, Pepito para los íntimos y amigos de ese espacio plural) hace ya casi 25 años. De la Muriel (con el magisterio de sus queridos Alfonso Sánchez y Paisa Izuzquiza) y también recordando el de José Alcrudo de Pórtico a su proyecto íntimo y personal en la calle Pedro Cerbuna 25, su librería Antígona, junto a su particular Antígona, Julia Millán. Sin red, pero con la seguridad que otorga el querer hacer lo que deseas, lo que anhelas, lo que persigues y quieres con todas tus fuerzas poniendo el alma en ese empeño.

Antígona, foco incesante de actividad cultural durante todos estos años anclada junto a otro foco de la sapiencia cultural llamado Universidad.
Anaqueles bien colmados, asumiendo el valor ético más elevado de las lecturas que nos ofrecen y reflejando esa resistencia titánica no solo contra la oscuridad de la estulticia sino también resistiendo contra la tiranía de los grandes tiburones mediáticos y las grandes superficies comerciales, frías y a veces despóticas respecto al débil. El ser de Antígona en estado puro. Un ser rebosante de calidad y calidez reflejado por algunas de las revistas especializadas más importantes del país así como por algunos prestigiosos escritores y bibliófilos.

Pero allí, en su ínsula particular abierta a todo lector, Julia y Pepito, Pepito y Julia, han alimentado nuestros ávidos cuerpos literarios, nuestras ansías de crecer como personas con el hábito de las buenas lecturas y de creer, de verdad, que existen muchas de ellas, con valor y con criterio, esperándonos para confortarnos. Siempre reflexionando, siempre dispuestos a recomendarnos la lectura ideal para cada momento, para cada persona, obsesionados con la labor bien hecha, con el trabajo elaborado, con la relación cordial y directa, con la certeza de saber que los libreros son profesionales, gente culta que ama a sus lectores y en muchas de las ocasiones nos miman con sus recomendaciones, personas afables y ante y sobre todo, buenas personas. Así son Pepito y Julia.

Y a sus espaldas culturales muchas presentaciones de libros, y multitud de autores y gentes de la literatura que apoyan ese ser cultural Antigónico, de agitación cultural viva y de resistencia cultural inmensa e intensa ante las lecturas establecidas. Siempre me ha encantado la imagen de ese enorme escaparate, cual proa de galeón abriéndose paso al mar de nuestras inquietudes literarias, proa repleta de libros distintos, sorprendentes, pero en todos los casos novedosos y necesarios.

Antígona late con fuerza, sus anaqueles palpitan para darnos vida a los visitantes y clientes que hasta allí nos acercamos. 24 años de pálpitos son pocos porque nos esperan muchos más y así lo esperamos todos. Seguirán caminando Antígona, y Pepito, y Julia, y ahora su Búho, su más que merecido “Búho” por su trayectoria durante todos estos años. Solo me queda recordar aquello del arriero de la popular ranchera  de José Alfredo Jiménez; “que no hay que llegar primero sino que hay que saber llegar”. Antígona no solo ha llegado sino que siempre ha estado, y siempre ha sabido estar. Enhorabuena por este merecido premio BÚHO.


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PRESENTACIÓN DE ÁNGEL GUINDA
EN LA ENTREGA DE LOS PREMIOS BÚHO 2012

por Emilio Quintanilla Buey

Tengo la satisfacción de presentar en este acto a mi querido amigo y brillante poeta Ángel Guinda. Una presentación que podría parecer en principio innecesaria. ¿Quién no conoce a Ángel Guinda y quién no ha leído al menos parte de su obra? Pero la entrega de los Premios Búho requiere unas palabras previas que hagan referencia a los méritos del galardonado. Y en ese sentido, en subrayar los merecimientos de Ángel Guinda para que hoy le hagamos entrega de un Búho, lo tengo ciertamente fácil.

Comenzaré por decir, aun a riesgo de no ser bien interpretado, que hoy premiamos aquí a un “maldito romántico”, o más exactamente a un “romántico maldito”, dando a ambos adjetivos el sentido que les atribuyen los respectivos movimientos culturales de donde arrancan: “romanticismo” y “malditismo”, aunque en ocasiones se hayan presentado como conceptos antagónicos.

¿Por qué romanticismo?

En primer lugar porque la chispa que originó el incendio del despertar lírico de Ángel Guinda (él nos lo ha dicho muchas veces) fue la contemplación de una estilizada escultura que hoy todavía puede verse al comienzo del Paseo de la Constitución, donde dos enamorados se guarecen de la lluvia bajo un paraguas. Fue, por tanto, un despertar poético tan sentimental, tan generoso, tan soñador, tan romántico en definitiva como el que pudieron experimentar Novalis, Goethe, Walt Wittman, Yeats o Bécquer.

Y en segundo lugar porque las raíces del romanticismo están siempre alimentadas por un sustrato idealista, por un afán de evasión de la realidad, por una rebeldía y hasta por un impulso revolucionario. Y aquí es donde empezamos ya a reconocer con nitidez a nuestro Ángel Guinda de hace treinta y tantos o cuarenta años, cuando en el poema “Esto escuchó un joven” de su primer libro Vida ávida: nos habla de un buscador de estrellas en un pozo de cieno, o en los versos introspectivos de  “El viaje interior” que encontramos en su poemario Conocimiento del medio. Ahí late lo que los alemanes definieron como esencia del romanticismo: Sturm und Leidenschaft (tempestad y pasión). En Ángel Guinda, aunque a primera vista no lo percibamos, habita un romántico irredento, probablemente sin que él sea consciente de ello. Tal vez, incluso, a su pesar.

¿Y por qué malditismo?

Pues porque conozco pocos poetas españoles donde concurran prácticamente todas las circunstancias vitales que se dieron en los poetas denominados malditos: Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé o el mismo Verlaine, que acuño el término, por referirme solo a poetas franceses.

La vida bohemia y desordenada, el rechazo a determinados convencionalismos sociales, las correrías nocturnas que le llevan, en uno de los versos de Vida ávida, a “hacer de su corazón una taberna abierta día y noche” o a “abrazar la noche en llamas hasta el amanecer” (estoy citando alguno de los versos de Ángel Guinda), el mensaje audaz y provocativo que en muchos casos sabe transmitirnos en unos poemas geniales, los manifiestos, la poesía denuncia, combativa, violenta incluso, y unos años jóvenes no exentos de arriesgados excesos (quiero recordar aquí su desgarrado poema “LSD”)… todo eso ha ido configurando una personalidad templada en la fragua de los escarmientos, de los desengaños y de los serios avisos por parte de su organismo, donde en alguna ocasión se han encendido luces rojas de alarma. Malditismo puro y duro, tanto por similitud de estilo como por actitud ante la vida.

Hoy Ángel Guinda es un poeta instalado en la moderación y en el sosiego, pero con ese bagaje espiritual de Sturm und Leidenschaft, de tempestad y pasión, que conserva y cultiva, y con el que ha sido capaz de cuajar una obra poética bellísima plasmada en al menos 15 poemarios, además de en diversos manifiestos, aforismos, ensayos, críticas, traducciones... Una vida consagrada a la creación, que ha merecido reconocimientos en toda España y aun fuera de España y que justifica sobradamente el Premio de las Letras Aragonesas que le fue concedido el año pasado.

En uno de esos manifiestos a que me he referido, Ángel Guinda reivindica (y cito sus siete adjetivos) una poesía sencilla, clara, rotunda, directa, honda, intensa y grave. Así debe ser para él la poesía. Pues bien; basta con que nos adentremos en el disfrute de la lectura de su obra para que podamos comprobar que Guinda predica con el ejemplo, y que sus poemas, magistralmente construidos, son sencillos, claros, rotundos, directos, hondos, intensos y graves.

Hace unos días recibí un correo de Ángel Guinda donde me anunciaba su intención de apartarse durante una temporada de la actividad pública para abordar una etapa creativa más íntima y personal. Como, por otra parte, en la reciente presentación de su poemario Caja de lava el poeta nos dijo, bromeando sobre su lidia con las palabras, que quisiera ser el “José Tomás” de la poesía, esperemos que no imite a José Tomás en su larga e inexplicada ausencia. El diestro de Galapagar estuvo cinco años sin reaparecer. Ni tú, Ángel, ni quienes te admiramos, podríamos asumir una ausencia tan prolongada.

Agradezcamos a Ángel Guinda el placer que nos proporciona su  poesía, capaz de “sembrar flores de luz en los cerebros” como nos dice en “Taller de poesía” de su último libro publicado. Hoy, la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro quiere distinguir con uno de sus Premios Búho a este “romántico maldito” del siglo XXI. Felicidades, Ángel.

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TRANVÍA TEATRO  
por José Mª HERNÁNDEZ DE LA TORRE                        
       
   He aquí el tinglado de la antigua farsa; y de la nueva: del teatro de siempre. Hoy tenemos un búho Arlequín o Cyrano, Hamlet o Madre Coraje, Antígona o Don Juan, iluminado por las antañonas candilejas o por los modernos focos digitalizados, proyectando al auditorio su voz impostada, en parlamento de emotiva intensidad poética, dramatúrgica y dialéctica. Porque el teatro es escenografía y expresión corporal, mimo y acción, pero también, sobre todo, palabra: comedia o tragedia, drama realista o ensoñación alegórica, el arte de Talía, de los griegos a aquí, tiene su pilar más robusto en la literatura dramática. Es, pues, cosa de libros, tanto de libros como de espectáculo, así que los amigos del libro no podemos considerarlo ajeno.
    Como tampoco lo consideraron ajeno, sino muy propio, los jóvenes actores y actrices aragoneses recién titulados en Arte Dramático que en el otoño de 1987 decidieron unir sus esfuerzos para crear una compañía profesional de teatro, como empresa dedicada a dotar a la Comunidad Autónoma de una estructura estable de producción artística. Así nació Tranvía Teatro SL, que, cinco años después, se convirtió en Compañía Concertada con el Gobierno de Aragón. Tres más tarde, con ocho producciones ya y numerosas giras realizadas, sus responsables se empeñaron en conseguir un espacio escénico de exhibición y creación: fue el Teatro de la Estación que, tras un período de reformas de fuerte inversión económica, abrió sus puertas al público en 1996, con Tranvía Teatro -ya fuera del régimen concertado- como compañía titular, que allí estrena sus espectáculos. A partir del año 2000, las nuevas circunstancias aconsejan una separación parcial de ambas entidades: el Teatro de la Estación acoge compañías nacionales e internacionales, mientras que Tranvía Teatro, conservando su condición de Compañía Residente y la dirección artística de la sala -en la que realiza temporadas de uno o dos meses-, se centra en la producción de sus propios montajes y en la distribución de éstos a nivel regional, nacional e internacional.
   En 2012 Tranvía Teatro cumple sus bodas de plata, y en estos veinticinco años ha efectuado un total de 51 estrenos (40 de iniciativa propia y 11 por encargos expresos de instituciones públicas o privadas), realizando una media anual de 130 representaciones, llevadas a cabo por más de 200 profesionales, entre actores, técnicos y gestores. Actualmente, instalada en locales anexos al Teatro de la Estación -alquilados para oficinas, almacén y ensayos-, mantiene un equipo permanente de doce personas, e invita puntualmente a otros profesionales a participar en sus producciones y coproducciones; gracias a todo lo cual, la compañía puede sostener en repertorio sus espectáculos durante tres o más años y realizar al menos un centenar de funciones de cada uno, pero varios han superado las seiscientas, por todo el territorio español, y con una creciente internacionalización de su actividad artística, que ha recibido el aplauso de más de un millón de espectadores.
   Tres son las líneas maestras por las que discurre la producción de Tranvía Teatro: una, referida a la dramaturgia contemporánea, de cualquier nacionalidad; otra, dedicada al repertorio clásico universal; y la tercera, enfocada específicamente a dar a conocer al público juvenil los grandes textos de todas las épocas, en un elogiable programa de "Iniciación al Teatro". Además, desarrolla, desde hace varios años, una meritoria labor de formación artística y escénica, con cursos y talleres que se imparten en sus propias instalaciones y también en el Aula de Teatro de la Universidad, en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza y en distintos centros docentes. A lo que hay que añadir la espléndida  organización, durante casi un decenio, de las lecturas populares del Tenorio de Zorrilla  (sobre las tablas del Teatro Principal en sus seis últimas ediciones).
    En el listado del más de medio centenar de montajes se encuentran los nombres de Shakespeare y Schiller, Lope y Calderón y Moreto, Goldoni y Marivaux, Valle-Inclán y Lorca, Machado y Muñoz Seca, Jardiel y Mihura, Kafka y Genet, Saint-Exúpery y Camus... y, entre los más actuales dramaturgos, Darío Fo, Fassbinder, Berger, Koltés, Onetti, Sanchís Sinisterra, Alfonso Vallejo, Manuel Puig, Ana Istarú o Santiago Gascón. Y no puede eludirse la aportación, como autor o adaptador de más de una docena de textos, de Rafael Campos, uno de los impulsores del proyecto y director de todos los espectáculos hasta el cambio de siglo (y esporádicamente de algunos posteriores). A partir de entonces se hace cargo de la dirección de la compañía y de casi todos sus montajes la que también fue joven promotora del proyecto y luego excelente actriz Cristina Yáñez, autora, además, de la selección, adaptación y ensamblaje de los textos que componen "El hospital de los podridos y otros entremeses para el siglo XXI", uno de los últimos estrenos, hasta ahora, de Tranvía Teatro, que puede disfrutarse en sesiones matinales para chicos y grandes. Al talento interpretativo de Cristina se unen su formación dramatúrgica, su acreditada aptitud como directora de escena y la capacidad organizativa para gestionar la empresa.
    En resumen, la permanencia de un cuarto de siglo, ya, manteniendo encendida la llama de las artes escénicas en Zaragoza, una valiosa aportación en el ámbito cultural aragonés y la selectiva calidad literaria de las obras programadas avalan la decisión de la Junta de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro de incorporar a la ilustre cofradía de los búhos  la compañía Tranvía Teatro, con los mejores augurios para una larga vida.
     Porque, distinguido público, ¡la función debe continuar!