-D. Emilio BENEDICTO GIMENO
(Bibliotecario de Calamocha).
-Mª DOLORES TOLOSA
-Librería ANTÍGONA (Zaragoza)
-D. Ángel GUINDA
-TRANVÍA TEATRO
GLOSAS
FERNANDO BIARGE
POR José Luis DE ARCE
Fernando Biarge es un hombre aragonés, altoaragonés para ser más
precisos, que nació en Huesca a comienzos de los cuarenta. Cuando se le propuso
en el seno de la Junta Directiva de la Asociación para recibir este año el
premio BUHO, nos dimos cuenta de que este hombre debió haber sido premiado hace
mucho tiempo, pues méritos le sobraban para ello. Me atrevo a pedirle
disculpas, en nombre de la Asociación, por haber tardado tanto tiempo en
reconocer su prolongado, valioso y extenso trabajo, pero ya saben ustedes que
amén de que errar es humano, no es menos cierto que en la ya larga nómina de
premios BUHO son merecedores todos los que están, pero no están todos los que
son. Uno de estos que no estaba en la
lista hasta hoy es Fernando Biarge, y nada nos agradaría más que poder dejar
resuelta esta pequeña injusticia a partir de ahora.
Ya saben todos ustedes que una de las líneas que inspiran nuestros
premios BUHO es la de reconocer algún hecho destacado, en materia de libros y
todo su entorno cultural, que se haya producido en Aragón en el año anterior.
Pues bien, el año pasado tuvo lugar la presentación de este libro, SOBRARBE, un
hermoso libro de fotos y textos, del que es autor Fernando Biarge. Por sí
mismo, este hecho hubiera bastado para
justificar nuestro premio; pero es que en el caso de Fernando Biarge se acumula
tal conjunto de circunstancias y merecimientos que los amigos del Libro debemos
lamentar nuestro retraso en traer a este hombre y a su obra a nuestros premios.
Hagamos como en los Oscar: premios una trayectoria, o si lo prefieren, a toda una
vida.
Porque larga y fecunda es la vida de Fernando. Fotógrafo, hombre de
empresa y escritor, con una breve escapada a la política local en el
Ayuntamiento y en la Diputación de Huesca, tiene en su haber una ingente
producción fotográfica y literaria desde que en 1963 empieza a dedicarse a la
fotografía; es tan grade su afición que su archivo cuenta hoy con más de CIEN
MIL diapositivas, gran parte de las cuales están distribuidas a lo largo y
ancho de numerosos libros ilustrados que el mismo ha escrito y publicado y
otros en que ha sido coautor o colaborador. Fíjense ustedes, si es verdad
aquéllo de que una imagen vale más que mil palabras, los millones de palabras
que Fernando Biarge ha vertido en sus libros con sus imágenes. Aunque él mismo
hace un sintético resumen de su trabajo en su currículum diciendo que ha
escrito 28 obras, ha sido coautor en otras 17 y ha publicado 6.124 páginas;
tiene 8258 fotografías publicadas y ha colaborado con sus fotos en 172 libros y
en 87 artículos de revistas. Y ha producido 13 audiovisuales.Realmente
abrumador.
Y si rastreamos en los títulos y contenidos de sus obras es donde
verdaderamente apreciamos los valores y principios que han guiado siempre a
este hombre: su gran capacidad de trabajo y estudio y el inequívoco y persistente amor a su tierra, puesto de
manifiesto en los temas sobre los que ha puesto su mirada a través de las
lentes de sus cámaras: Peña Guara, Añisclo, Los Montes Malditos, el Alto Aragón,
Ordesa, Monte perdido, Valle de Tena, Tierra de Bisecas, Sobrarbe, Huesca… y en
los que ha profundizado para descubrir y describir con apasionada pluma
costumbres, paisajes, arquitectura popular, religiosa, militar y civil;
senderos, gargantas, barrancos, cañones, creencias, signos y ritos, trabajos
agrícolas y ganaderos, las tareas domésticas, ibones, simas y cuevas, grandes
picos pirenáicos, ferias y mercados, ropas del arcón, carros y caballerías… en
fin, una verdadera enciclopedia en la
que está toda Huesca, todo el Pirineo, todo el alto aragón, esa tierra de sus
desvelos; un compendio gigantesco de saberes y conocimientos en los que las
imágenes acompañan siempre a las
palabras, con un toque de ternura, de suavidad, como envolviéndolas en un cálido
y amoroso ambiente, poniendo siempre la técnica al servicio de la
intencionalidad expresiva para que sea esta, la expresión, la que impacte al
lector o a quien hojee despaciosamente las espléndidas páginas de todos estos
libros, numerosos libros, fuentes indispensables que son sin duda uno de los
legados más importantes y valiosos para quienes deseen acercarse a estudiar,
recorrer o simplemente contemplar cualquier recóndito rincón del Alto Aragón.
Otras muchas cosas se podrían decir de Fernando Biarge, de sus trabajos y
aportaciones al mundo de la fotografía en congresos, exposiciones y
publicaciones diversas, que redondearían un perfil profesional de primer orden.
Algunos premios, muchos menos sin duda que los merecidos, jalonan también el
decurso vital de Fernando.
Por eso, y como testimonio de admiración por una obra enhebrada a una
vida; como reconocimiento a la tenacidad en un empeño y como agradecimiento,
como aragoneses, a una generosa y amplísima obra de difusión de cosas de
nuestra tierra, los Amigos del Libro hemos querido traer este año aquí a
Fernando Biarge y pedirle que acepte el premio BUHO que le entregamos con un
enorme respeto.
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EMILIO BENEDICTO GIMENO
por José Mª SERRANO
Buenas tardes:
Les
invito a dar un paseo por Calamocha. No teman, pues no vamos a encontrarnos con
los treinta grados bajo cero que se registraron allá por el año 1963, y que
todavía hoy sigue siendo el récord de España en zonas pobladas.
Calamocha,
junto al río Jiloca, cuenta actualmente con alrededor de 4.000 habitantes,
siendo una cabecera de rango supracomarcal con
población creciente, que comprende 40 municipios.
Ya
estamos recorriendo sus calles. Después de pasar por la Calle Real nos
encontramos ahora en La Plaza del Peirón,
al pie del monumento de San Roque, su perro y El Bailador, erigido en conmemoración de las fiestas de la Asunción
de la Virgen y San roque. En la Plaza de España se halla la iglesia de la
Asunción, y no tardamos en llegar al Paseo de San Roque, donde se ubica la
Biblioteca Municipal de Calamocha; allí
nos aguarda su bibliotecario Emilio Benedicto, con 20 años de profesión. Nos llama la atención la habilidad
y la soltura con que maneja los libros; se ve enseguida que está familiarizado
con ellos.
A
los Amigos del Libro nos encantan las bibliotecas y nos gusta saber datos
acerca de ellas. Emilio contesta a nuestras preguntas amablemente. No nos
conocíamos y en un principio se muestra cauto, pero en unos minutos nos hacemos
amigos.
Alrededor
de 12.000 volúmenes llenan las
estanterías de la biblioteca a
disposición de los lectores, cuyo nivel cultural, según su bibliotecario, es
satisfactorio. El número de socios
asciende a más de mil; una cuarta parte de la población, lo cuál no está nada
mal.
¿Acuden
los niños asiduamente a la biblioteca? Le preguntamos aguardando su respuesta
con interés. Nos confirma que sí. Los más pequeños van acompañados por sus
padres para disfrutar de sus lecturas
favoritas, que son los libros de aventuras y los cuentos tradicionales, es
decir, lo que nos gustaba a nosotros
cuando éramos niños. Los adultos prefieren las novedades, y van con mayor
profusión en invierno, cuando pueden leer cómodamente, acogidos por la buena
calefacción, nos explica Emilio con una sonrisa. La biblioteca tiene también
filmoteca, y es el interés del bibliotecario, al igual que hace con los libros,
dotarla de películas interesantes, a
pesar de que sabe que tienen menos demanda que las novedosas de escasa calidad
pero que la publicidad mediática se encarga de encumbrar a podios inmerecidos.
Sin
embargo, no todo son facilidades en el día a día de Emilio. Por un lado está la
crisis, limitadora de presupuestos, que extendiéndose como una mancha de
aceite, nos afecta a todos. Por otro, existen ciertas incomprensiones poco
fundadas por parte de algunos, que parecen mostrar gran interés en socavar el
buen hacer de los demás.
Pero
el bibliotecario de la Biblioteca Pública de Calamocha, es un buen profesional
y pone su mayor empeño en, a pesar de todo, tratar de conseguir que la
biblioteca sea un lugar de acción cultural y social, aunque la tarea no resulte
siempre placentera. Calamocha se lo merece.
Por
lo anteriormente expuesto, la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro ha concedido por unanimidad uno de sus premios
Búho a Don Emilio Benedicto Gimeno.
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María DOLORES TOLOSA
por María Teresa Ezquerra
Desde hace bastante tiempo, y sobre todo en
este siglo XXI, la literatura infantil y juvenil tiene una gran rival: la tecnología. Televisión,
ordenadores, móviles y cualquier otro artilugio moderno, atraen a todo el
mundo, y especialmente a la infancia y a
la juventud.
Aprenden rápidamente a manejar todos aparatos y a jugar con
ellos. Les divierte sobremanera y abstraídos en
su manejo practicando toda clase de juegos, aunque estén solos, se les pasa el tiempo sin apenas darse
cuenta. Los libros, por el contrario,
los ven como algo obligatorio, de estudio y sabemos que hay una gran diferencia
entre hacer una cosa por placer o por obligación. Por eso, escribir para niños
no es tarea fácil y conseguir que un niño lea y disfrute con la lectura de un
libro, es un verdadero éxito.
María Dolores Tolosa sabe perfectamente cómo hacerlo. Sin
despreciar la tecnología puesto que, indudablemente, es útil para todos, consigue que un niño no se aburra con un libro entre las manos, se sienta feliz
deleitándose con su lectura y lo saboree hasta la última palabra. Incluso, la obligación llega a convertirla en
placer.
Su profesión, maestra, con muchos años de
experiencia y además madre y abuela la
convierten en una perfecta conocedora
del mundo infantil. En los
comienzos de su carrera ejerció durante
unos años en diversos pueblos de nuestra
provincia y en Manresa, hasta llegar a
Zaragoza en donde ha trabajado
durante más de treinta años
-
una buena parte de ellos como directora -
en el colegio “Tomás Alvira”. Colegio que en el año 2007, al cumplir cien
años de su apertura, Mª Dolores Tolosa
hace una recopilación del trabajo que se
ha realizado en él durante ese tiempo y saca a la luz un interesante libro “Memorias de un joven centenario”
editado por el Departamento de Educación,
Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.
Ha
coordinado tertulias literarias, encuentros con alumnos de otros colegios, ha
impartido charlas, talleres de poesía y animación a la lectura y en los dos
últimos años ha coordinado el Foro de Literatura infantil y juvenil de Aragón.
Toda su vida profesional la ha pasado entre libros y niños por lo que no es de
extrañar que su segunda vocación, la de escritora y poeta, la dedique en gran
parte a la literatura infantil y juvenil.
Desde que en 1998 publicó su primer libro
de narrativa infantil “Nana Luna” no ha dejado de escribir para ese público al
que adora. Ha escrito relatos y
poemas, con títulos como “Frente al
Espejo”; “La rebelión de los niños verdes”; “A media voz”;
“Caruso”.
También ha escrito una novela juvenil
“El vuelo de las cigüeñas”; y
cuentos y juegos para padres e hijos con
un título muy sugestivo: “Vivir en las nubes”
en donde, de una forma muy
simpática y atractiva estimula a todos, niños y adultos (educadores y sobre todo a padres) a que juntos compartan las historias y los
juegos, con nuevas formas de expresión y riqueza de vocabulario. Leer, jugar y reír en familia, beneficia a todos. Para los padres es un relax de las tensiones
de su trabajo, y para los niños un acercamiento mayor a los padres que, sin
gritos ni regañinas que tanto les asustan,
aprenden a respetar todo: personas, animales, naturaleza y a apreciar la
belleza que hay a nuestro alrededor. No falta la ternura, la generosidad y
sobre todo el humor. Un libro que no debería faltar en ningún hogar y practicar
sus ideas con frecuencia.
Y hace unos meses, en Octubre de 2011, nos deleitó con la presentación de “Poemas
para gente que crece” En la primera parte de este libro explica los métodos que
ha ido desarrollando para hacer que sus alumnos (y cuantas personas lo lean, sin importar la
edad) se interesen por la poesía, no
sólo para leerla y comprenderla, sino también para escribirla, enseñándoles a observar su
entorno y a expresar sus sentimientos ante lo que ven, con las mejores y más
bellas palabras. La segunda parte son unos preciosos poemas que, como todo lo
que escribe, es para deleite y enriquecimiento cultural de niños y mayores.
Jubilada de la enseñanza desde hace tres años, su labor de
escritora y poeta se ve favorecida, así como todas las demás actividades
que hemos citado, al disponer de más tiempo. Sigue transmitiendo a todos sus
conocimientos de forma imparable con gran entusiasmo y vitalidad y como ella
dice, también sigue aprendiendo. Esperamos que
este entusiasmo lo conserve durante muchos años.
Esta ejemplar trayectoria profesional; este desvelo por la
literatura, especialmente por la poesía; este amor por los libros volcado hacia
los demás; esa responsabilidad para lograr una magnífica educación en los
hombres y mujeres del mañana, no han pasado desapercibidos a la Asociación Aragonesa de Amigos del
Libro. Y considerando que se merece más
de un reconocimiento, el nuestro le llega con la entrega de este Búho.
Que
este humilde homenaje, María Dolores, sea un estímulo para continuar con esa hermosa labor.
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BÚHO A LA LIBRERÍA ANTÍGONA
Por José Ángel MONTEAGUDO
Antígona ha simbolizado, desde Sófocles,
a la heroína capaz de asumir los valores éticos más elevados y pagar por ello
con su vida, reflejando la resistencia contra cualquier forma de tiranía.
Aunque aclaratorio sería destacar que en las traducciones romances de la
tragedia de Sófocles de Alamanni o Baïf, en el siglo XVI, toma simbolismo su
adhesión a los valores familiares. Otros autores como Rotrou o Garnier a
finales del s. XVI caen en la cristianización del mito, desembocando a
principios del XIX en la épica de Ballanche respecto al mismo. Será ya en el
s.XIX cuando Antígona inspirará la reflexión a diversos autores: la figura
blasfema y violenta que realiza Hönderling en su obra o la contradicción entre
valores morales de la ciudad (encarnados por Creonte como figura masculina) y
los valores morales naturales (encarnados por Antígona como mujer) que expresa
Hegel, serían algunos ejemplos.
Y serán dramaturgos como Jean Cocteau o
Anouilh, en pleno siglo XX, los que idealizarán y convertirán a Antígona en el
símbolo de la rebeldía y de la libertad anticonformista que enfrenta al
individuo contra el poder absoluto (Cocteau a principios de siglo y Anouilh en
plena Segunda Guerra Mundial durante la ocupación alemana dándole esa esencia
del espíritu de la resistencia francesa ante los nazis). Y por ese camino
ahondará Bertolt Bretch en su interpretación de la resistencia frente a la
autoridad, así como el escritor alemán Hochhuth. Incluso Salvador Espriú se
sirvió del mito para tratar el tema de nuestra guerra civil.
Pero viajemos de la Antígona mito a la Antígona real. La
librería Antígona se hizo realidad en la Zaragoza de los ochenta, seguramente, nació así,
símbolo no solo del trabajo y del amor por los libros y como faro de los
lectores inquietos, sino con aire reflexivo en las lecturas que atesora en sus
entrañas, acercando el conocimiento a sus lectores, y confortando a cada tipo de lector con el tipo
de libro que necesita, que busca o que desea. Así se lo planteó José Fernández
(Pepe, Pepito para los íntimos y amigos de ese espacio plural) hace ya casi 25
años. De la Muriel
(con el magisterio de sus queridos Alfonso Sánchez y Paisa Izuzquiza) ―y también recordando el de José Alcrudo
de Pórtico― a su proyecto íntimo y
personal en la calle Pedro Cerbuna 25, su librería Antígona, junto a su
particular Antígona, Julia Millán. Sin red, pero con la seguridad que otorga el
querer hacer lo que deseas, lo que anhelas, lo que persigues y quieres con
todas tus fuerzas poniendo el alma en ese empeño.
Antígona, foco incesante de actividad
cultural durante todos estos años anclada junto a otro foco de la sapiencia
cultural llamado Universidad.
Anaqueles bien colmados, asumiendo el
valor ético más elevado de las lecturas que nos ofrecen y reflejando esa
resistencia titánica no solo contra la oscuridad de la estulticia sino también
resistiendo contra la tiranía de los grandes tiburones mediáticos y las grandes
superficies comerciales, frías y a veces despóticas respecto al débil. El ser
de Antígona en estado puro. Un ser rebosante de calidad y calidez reflejado por
algunas de las revistas especializadas más importantes del país así como por
algunos prestigiosos escritores y bibliófilos.
Pero allí, en su ínsula particular
abierta a todo lector, Julia y Pepito, Pepito y Julia, han alimentado nuestros
ávidos cuerpos literarios, nuestras ansías de crecer como personas con el
hábito de las buenas lecturas y de creer, de verdad, que existen muchas de
ellas, con valor y con criterio, esperándonos para confortarnos. Siempre
reflexionando, siempre dispuestos a recomendarnos la lectura ideal para cada
momento, para cada persona, obsesionados con la labor bien hecha, con el
trabajo elaborado, con la relación cordial y directa, con la certeza de saber
que los libreros son profesionales, gente culta que ama a sus lectores y en
muchas de las ocasiones nos miman con sus recomendaciones, personas afables y
ante ―y sobre― todo, buenas personas. Así son Pepito
y Julia.
Y a sus espaldas culturales muchas presentaciones
de libros, y multitud de autores y gentes de la literatura que apoyan ese ser
cultural Antigónico, de agitación cultural viva y de resistencia cultural
inmensa e intensa ante las lecturas establecidas. Siempre me ha encantado la
imagen de ese enorme escaparate, cual proa de galeón abriéndose paso al mar de
nuestras inquietudes literarias, proa repleta de libros distintos,
sorprendentes, pero en todos los casos novedosos y necesarios.
Antígona late con fuerza, sus anaqueles
palpitan para darnos vida a los visitantes y clientes que hasta allí nos
acercamos. 24 años de pálpitos son pocos porque nos esperan muchos más y así lo
esperamos todos. Seguirán caminando Antígona, y Pepito, y Julia, y ahora su
Búho, su más que merecido “Búho” por su trayectoria durante todos estos años. Solo
me queda recordar aquello del arriero de la popular ranchera de José Alfredo Jiménez; “que no hay que
llegar primero sino que hay que saber llegar”. Antígona no solo ha llegado sino
que siempre ha estado, y siempre ha sabido estar. Enhorabuena por este merecido
premio BÚHO.
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PRESENTACIÓN DE ÁNGEL GUINDA
EN LA ENTREGA DE LOS PREMIOS BÚHO 2012
por Emilio Quintanilla Buey
Tengo la
satisfacción de presentar en este acto a mi querido amigo y brillante poeta Ángel
Guinda. Una presentación que podría parecer en principio innecesaria. ¿Quién no
conoce a Ángel Guinda y quién no ha leído al menos parte de su obra? Pero la
entrega de los Premios Búho requiere unas palabras previas que hagan referencia
a los méritos del galardonado. Y en ese sentido, en subrayar los merecimientos
de Ángel Guinda para que hoy le hagamos entrega de un Búho, lo tengo
ciertamente fácil.
Comenzaré por decir,
aun a riesgo de no ser bien interpretado, que hoy premiamos aquí a un “maldito
romántico”, o más exactamente a un “romántico maldito”, dando a ambos adjetivos
el sentido que les atribuyen los respectivos movimientos culturales de donde
arrancan: “romanticismo” y “malditismo”, aunque en ocasiones se hayan
presentado como conceptos antagónicos.
¿Por qué
romanticismo?
En primer lugar
porque la chispa que originó el incendio del despertar lírico de Ángel Guinda (él
nos lo ha dicho muchas veces) fue la contemplación de una estilizada escultura que
hoy todavía puede verse al comienzo del Paseo de la Constitución, donde dos
enamorados se guarecen de la lluvia bajo un paraguas. Fue, por tanto, un
despertar poético tan sentimental, tan generoso, tan soñador, tan romántico en
definitiva como el que pudieron experimentar Novalis, Goethe, Walt Wittman, Yeats
o Bécquer.
Y en segundo
lugar porque las raíces del romanticismo están siempre alimentadas por un
sustrato idealista, por un afán de evasión de la realidad, por una rebeldía y
hasta por un impulso revolucionario. Y aquí es donde empezamos ya a reconocer
con nitidez a nuestro Ángel Guinda de hace treinta y tantos o cuarenta años,
cuando en el poema “Esto escuchó un joven” de su primer libro Vida
ávida: nos habla de un buscador de estrellas en un pozo de cieno, o en
los versos introspectivos de “El viaje
interior” que encontramos en su poemario Conocimiento del medio. Ahí late lo
que los alemanes definieron como esencia del romanticismo: Sturm und Leidenschaft (tempestad y pasión). En Ángel Guinda,
aunque a primera vista no lo percibamos, habita un romántico irredento,
probablemente sin que él sea consciente de ello. Tal vez, incluso, a su pesar.
¿Y por qué
malditismo?
Pues porque
conozco pocos poetas españoles donde concurran prácticamente todas las
circunstancias vitales que se dieron en los poetas denominados malditos:
Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé o el mismo Verlaine, que acuño el término, por
referirme solo a poetas franceses.
La vida bohemia
y desordenada, el rechazo a determinados convencionalismos sociales, las
correrías nocturnas que le llevan, en uno de los versos de Vida ávida, a “hacer de
su corazón una taberna abierta día y noche” o a “abrazar la noche en llamas
hasta el amanecer” (estoy citando alguno de los versos de Ángel Guinda), el
mensaje audaz y provocativo que en muchos casos sabe transmitirnos en unos
poemas geniales, los manifiestos, la poesía denuncia, combativa, violenta
incluso, y unos años jóvenes no exentos de arriesgados excesos (quiero recordar
aquí su desgarrado poema “LSD”)… todo eso ha ido configurando una personalidad
templada en la fragua de los escarmientos, de los desengaños y de los serios
avisos por parte de su organismo, donde en alguna ocasión se han encendido
luces rojas de alarma. Malditismo puro y duro, tanto por similitud de estilo
como por actitud ante la vida.
Hoy Ángel Guinda
es un poeta instalado en la moderación y en el sosiego, pero con ese bagaje
espiritual de Sturm und Leidenschaft,
de tempestad y pasión, que conserva y cultiva, y con el que ha sido capaz de cuajar
una obra poética bellísima plasmada en al menos 15 poemarios, además de en
diversos manifiestos, aforismos, ensayos, críticas, traducciones... Una vida
consagrada a la creación, que ha merecido reconocimientos en toda España y aun
fuera de España y que justifica sobradamente el Premio de las Letras Aragonesas
que le fue concedido el año pasado.
En uno de esos
manifiestos a que me he referido, Ángel Guinda reivindica (y cito sus siete
adjetivos) una poesía sencilla, clara, rotunda, directa, honda, intensa y grave.
Así debe ser para él la poesía. Pues bien; basta con que nos adentremos en el
disfrute de la lectura de su obra para que podamos comprobar que Guinda predica
con el ejemplo, y que sus poemas, magistralmente construidos, son sencillos,
claros, rotundos, directos, hondos, intensos y graves.
Hace unos días
recibí un correo de Ángel Guinda donde me anunciaba su intención de apartarse
durante una temporada de la actividad pública para abordar una etapa creativa
más íntima y personal. Como, por otra parte, en la reciente presentación de su
poemario Caja de lava el poeta nos dijo, bromeando sobre su lidia con
las palabras, que quisiera ser el “José Tomás” de la poesía, esperemos que no
imite a José Tomás en su larga e inexplicada ausencia. El diestro de Galapagar
estuvo cinco años sin reaparecer. Ni tú, Ángel, ni quienes te admiramos,
podríamos asumir una ausencia tan prolongada.
Agradezcamos a
Ángel Guinda el placer que nos proporciona su poesía, capaz de “sembrar flores de luz en los
cerebros” como nos dice en “Taller de poesía” de su último libro publicado.
Hoy, la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro quiere distinguir con uno de
sus Premios Búho a este “romántico maldito” del siglo XXI. Felicidades, Ángel.
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TRANVÍA TEATRO
por José Mª HERNÁNDEZ DE LA TORRE
He aquí el tinglado de la antigua farsa; y
de la nueva: del teatro de siempre. Hoy tenemos un búho Arlequín o Cyrano,
Hamlet o Madre Coraje, Antígona o Don Juan, iluminado por las antañonas
candilejas o por los modernos focos digitalizados, proyectando al auditorio su
voz impostada, en parlamento de emotiva intensidad poética, dramatúrgica y
dialéctica. Porque el teatro es escenografía y expresión corporal, mimo y
acción, pero también, sobre todo, palabra: comedia o tragedia, drama realista o
ensoñación alegórica, el arte de Talía, de los griegos a aquí, tiene su pilar
más robusto en la literatura dramática. Es, pues, cosa de libros, tanto de libros
como de espectáculo, así que los amigos del libro no podemos considerarlo
ajeno.
Como tampoco lo consideraron ajeno, sino
muy propio, los jóvenes actores y actrices aragoneses recién titulados en Arte
Dramático que en el otoño de 1987 decidieron unir sus esfuerzos para crear una
compañía profesional de teatro, como empresa dedicada a dotar a la Comunidad
Autónoma de una estructura estable de producción artística. Así nació Tranvía
Teatro SL, que, cinco años después, se convirtió en Compañía Concertada con
el Gobierno de Aragón. Tres más tarde, con ocho producciones ya y numerosas
giras realizadas, sus responsables se empeñaron en conseguir un espacio
escénico de exhibición y creación: fue el Teatro de la Estación que, tras un
período de reformas de fuerte inversión económica, abrió sus puertas al público
en 1996, con Tranvía Teatro -ya fuera del régimen concertado- como compañía
titular, que allí estrena sus espectáculos. A partir del año 2000, las nuevas
circunstancias aconsejan una separación parcial de ambas entidades: el Teatro
de la Estación acoge compañías nacionales e internacionales, mientras que
Tranvía Teatro, conservando su condición de Compañía Residente y la dirección
artística de la sala -en la que realiza temporadas de uno o dos meses-, se
centra en la producción de sus propios montajes y en la distribución de éstos a
nivel regional, nacional e internacional.
En 2012 Tranvía Teatro cumple sus bodas
de plata, y en estos veinticinco años ha efectuado un total de 51 estrenos
(40 de iniciativa propia y 11 por encargos expresos de instituciones públicas o
privadas), realizando una media anual de 130 representaciones, llevadas a cabo
por más de 200 profesionales, entre actores, técnicos y gestores. Actualmente,
instalada en locales anexos al Teatro de la Estación -alquilados para oficinas,
almacén y ensayos-, mantiene un equipo permanente de doce personas, e invita
puntualmente a otros profesionales a participar en sus producciones y
coproducciones; gracias a todo lo cual, la compañía puede sostener en
repertorio sus espectáculos durante tres o más años y realizar al menos un
centenar de funciones de cada uno, pero varios han superado las seiscientas,
por todo el territorio español, y con una creciente internacionalización de su
actividad artística, que ha recibido el aplauso de más de un millón de
espectadores.
Tres son las líneas maestras por las que
discurre la producción de Tranvía Teatro: una, referida a la dramaturgia
contemporánea, de cualquier nacionalidad; otra, dedicada al repertorio clásico
universal; y la tercera, enfocada específicamente a dar a conocer al público
juvenil los grandes textos de todas las épocas, en un elogiable programa de
"Iniciación al Teatro". Además, desarrolla, desde hace varios años,
una meritoria labor de formación artística y escénica, con cursos y talleres
que se imparten en sus propias instalaciones y también en el Aula de Teatro de
la Universidad, en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza y en distintos
centros docentes. A lo que hay que añadir la espléndida organización, durante casi un decenio, de las
lecturas populares del Tenorio de Zorrilla (sobre las tablas del Teatro Principal en sus
seis últimas ediciones).
En el listado del más de medio centenar de
montajes se encuentran los nombres de Shakespeare y Schiller, Lope y Calderón y
Moreto, Goldoni y Marivaux, Valle-Inclán y Lorca, Machado y Muñoz Seca, Jardiel
y Mihura, Kafka y Genet, Saint-Exúpery y Camus... y, entre los más actuales
dramaturgos, Darío Fo, Fassbinder, Berger, Koltés, Onetti, Sanchís Sinisterra,
Alfonso Vallejo, Manuel Puig, Ana Istarú o Santiago Gascón. Y no puede eludirse
la aportación, como autor o adaptador de más de una docena de textos, de Rafael
Campos, uno de los impulsores del proyecto y director de todos los espectáculos
hasta el cambio de siglo (y esporádicamente de algunos posteriores). A partir
de entonces se hace cargo de la dirección de la compañía y de casi todos sus
montajes la que también fue joven promotora del proyecto y luego excelente
actriz Cristina Yáñez, autora, además, de la selección, adaptación y ensamblaje
de los textos que componen "El hospital de los podridos y otros
entremeses para el siglo XXI", uno de los últimos estrenos, hasta
ahora, de Tranvía Teatro, que puede disfrutarse en sesiones matinales para
chicos y grandes. Al talento interpretativo de Cristina se unen su formación
dramatúrgica, su acreditada aptitud como directora de escena y la capacidad
organizativa para gestionar la empresa.
En resumen, la permanencia de un cuarto de
siglo, ya, manteniendo encendida la llama de las artes escénicas en Zaragoza,
una valiosa aportación en el ámbito cultural aragonés y la selectiva calidad
literaria de las obras programadas avalan la decisión de la Junta de la
Asociación Aragonesa de Amigos del Libro de incorporar a la ilustre cofradía de
los búhos la compañía Tranvía
Teatro, con los mejores augurios para una larga vida.
Porque, distinguido público, ¡la función
debe continuar!